sábado, 10 de diciembre de 2011

7º Amanecer o Renacer.



El sol despuntaba con toda la energía posible. Este es uno de esos amanceres que te dan sed de vida. Que te animan a soñar, a anhelar, a imaginar. Pero sobre todo, te recuerdan por qué merece la pena vivir.

***

Lo supe desde el primer momento. Aquellos ojos albergaban toda una vida en su interior. Tantas experiencias, que hubiera podido escribir libros y libros. Demasiadas, al fin y al cabo. Y, sin embargo, se mostraba imponente, inflexible, firme y decidida. No dejaba pasar ni un ápice de sí misma a través de aquellos preciosos ojos. Pero el diablo nunca fue sabio por ser diablo...

Yo, como otros tantos, seguramente, me preguntaba por qué aquellas personas con corazón tan puro como ella estaban predestinadas a ser heridas de un modo u otro. En ocasiones, yaciendo eternamente en su lecho, muriendo poco a poco, desangrándose a través aquellos latigazos que el tiempo les había regalado.

Sin entender bien por qué, mi alma gritaba en silencio al verla abandonarse poco a poco. Había decidido firmemente morir, lentamente, y yo no podía ni si quiera frenarla. Cada segundo que pasaba era uno más hacia el abismo. Su espíritu se consumía. Y yo no podía hacerlo renacer.

Me dolía el pensar que una criatura como ella, tan bella y perfecta, no quisiera regalar al mundo su presencia y sus días. Me torturaba la idea de que un ángel como aquel hubiera olvidado cómo extender sus alas y alzar el vuelo. Nos habíamos vuelto locos todos. Y yo el que más.

Me di cuenta del alcance de mi locura, cuando entendí que mis días tenían sus iniciales grabadas en los vértices. Descubrí cuán frágil me había vuelto, cuando mirando de nuevo aquellos ojos, me rompí en mil pedazos. Empecé a odiarme el día en que, cuando quise navegar en sus sonrisas, me di cuenta de que se hallaban vacías. Mi vida se había vuelto una espiral. Pero yo no quise hacer otra cosa que no fuera adentrarme más en ella.

Mi razón no llegaba a comprender que alguien hubiera tenido suficiente valor para destrozarla así. Pero lo que menos entendía era cómo ella misma había sucumbido. Aquello me mataba por dentro. No podía aguantar ni un instante más.

Y aquella noche salté. Decidí que si ella caía en picado, yo iría detrás suyo. Si no podía amortiguar su caída, si ella no cogía mi mano, sería yo quien fuera a por ella. Que, cuando llegara el momento, la acompañaría a su destino, a mi destino.

Y entonces vería la luz. Saldría de sus tinieblas, sus heridas sanarían y su espíritu volaría libre por fin. Entendería que era un regalo para la vida. Y no al revés. Sabría que cada uno de sus latidos hacía funcionar el mundo. Mi mundo.

Decidiría renacer. Ser ese fénix que resurge de sus cenizas y alza el vuelo en pleno esplendor...

***

Aquella noche le entregué mi alma. Y si fracasaba, por lo menos mi esencia descansaría con ella. Habría luchado hasta el último segundo. Y no existiría muerte más dulce en todos los tiempos...

Nunca una noche ha vencido a un amanecer.





2 comentarios:

  1. mira, e peusto la cancion i me e peusto a leer tu entrada i cchica, sinceramente se me han peusto los pelos depunta. Me a encantado, a sido un poco triste, pero muuuy bonitaa:)

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  2. Joder! Qué tensión, suspense y de todo!! Entre la canción y lo bien que escribes no paro de leer una y otra vez las mismas entradas (yes, I'm crazy xD)
    Muchas gracias por pasarte por todos mis bloggs :D
    Besotos !

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