viernes, 2 de diciembre de 2011

4º Amanecer o el primero de muchos.

Fotos de Hostal Mar y Huerta, Santa Eulalia del Río


Este es un amanecer de costa, de verano. Un amanecer cálido, sobre todo por la compañía. Pero al mismo tiempo frío, por el mismo motivo. Es uno de esos amaneceres que marcan etapas. Que señalan el fin de lo vivido y el principio de lo que queda por vivir.

***

Cuando se juntaron en la playa aquella noche, después de todo el día caminando sin parar, apenas se tenían en pie. Sus caras delataban cansancio, pero su espíritu pedía más. Sentían que el reloj de arena se vaciaba demasiado rápido.

Aquel cuadro era digno de haber sido visto y analizado. Estaban los que jugaban con las olas, sin atreverse a meterse del todo, estaban los que subían al puesto de socorrista, o a la caseta., o los que hacían corros y contaban historias de miedo, o tocaban.

Ella se encontraba en uno de esos corros. Aquel tipo les explicaba que en el batir de las olas, se podían oír las voces de aquellos que habían muerto ahogados en el mar. No sabía si era sugestión, pero le pareció oír murmullos y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Era mejor dejar de pensar en ello. En realidad, era mejor dejar de pensar en todo, apagar la mente durante un tiempo.

Pero llegó lo inevitable. El momento en el que debían decir adiós por fin a todos aquellos momentos compartidos. Les quedaban horas. Luego todo habría quedado en nada. Pasaría el tiempo y dejarían de ser lo que habían sido hasta ahora. De compartir momentos, o sueños, o risas, o aventuras.

Los enviaron a todos a la cama. Pero poco tardaron en juntarse a través de los balcones contiguos entre las habitaciones. Con sigilo, disimulo y alguna que otra risa que se escapaba de vez en cuando, decidieron esperar un rato a que durmiera todo el mundo, y reunirse en uno de los balcones más grandes, todos aquellos que cupieran, para pasar las últimas horas, por lo menos, juntos.

Y así fue como ella fue a su habitación a informar de las condiciones al resto. Pero no parecieron muy entusiasmados, más bien aburridos. Dedujo que le tocaría despertarse sola y puso todas las alarmas que encontró a las cinco de la mañana. Estaba destrozada, y calló dormida profundamente en tan sólo unos minutos.

Tras cinco horas, empezaron a sonar alarmas. Paró la del móvil y la su reloj de muñeca. Pero no hubo manera de levantarse. Una de sus compañeras, que tenía sueño ligero, se encargó de despertarla, con cuidado. Pero en cuanto abrió los ojos, vio que todavía era de noche y decidió dormir media hora más.

Cuando se despertó, había pasado una hora y media, y de un salto, se tiró hacia el balcón, asustada, con miedo a haberse perdido el gran momento. 

Asomó la cabeza. Las sillas se acumulaban en el balcón más grande. Había menos personas de las que se habían comprometido, pero a ella le sorprendió que hubiera tanta gente. Sentados, mirando los primeros rayos del día, la saludaron. Ella se unió al espectáculo. 

El humo de los pitillos creaba formas imposibles, el sol, tímidamente, iluminaba aquellas caras llenas de ojeras. Pero las miradas eran firmes. Y ella sentía un calorcito en su interior. Sabía que aquello iba a ser el despertar de algo nuevo, que todos y cada uno de los que estaban en aquel balcón iban a empezar a tomar las riendas de su propia existencia.

Pero al mismo tiempo, sentía un gran vacío. Iba a abandonar dos de los años más felices de su vida. Iba a dejar su infancia atrás. ¿Y quién sabe si volvería a verlos jamás? Aquel pensamiento la apenó, y por un momento, se sintió insegura. Temió aquello que tenía que venir. Temió no volver a compartir más momentos como hasta entonces.

Fuera como fuese, era inevitable. Un nuevo día estaba empezando, y con él, una nueva vida. Le parecía precioso, a pesar de todo. Y supo que aquel era el primer amanecer de muchos que tendrían que venir.

Lo que no imaginaba era que quedaría grabado por siempre en su memoria. No por ser el primero, sino por haber marcado, con aquella luz impetuosa, el comienzo de lo que sería una de las etapas más importantes de su vida. 

3 comentarios:

  1. me encanta tu blog, acabo de leer el 4 amaneceer, :D
    te sigo un beso F.F.

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  2. He leído este y el anterior, que se me había escapado jaja Tengo que decirte que el tercer amanecer el ha dado mil vueltas a todos los demás, al menos de momento. Para mí ha sido uno de los más angustiosos, pero más... más... es que no se ni como explicarme, de verdad. Esa sensación en una discoteca desenfrenada la hemos sentido nosotras alguna vez, al menos yo (aunque sin beso desconocido de por medio) Y este ha sido muy emotivo también, una despedida preciosa :)
    Sara, escribes demasiado bien jaja me encanta tu forma de expresar las cosas. Un besote!

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  3. Preciosa Entrada!
    :D
    te sigo :D
    http://sheiscream.blogspot.com/

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