martes, 23 de agosto de 2011

Stop Trying.

Cuando algo no funciona, no funciona. Punto y final.

Mientras más intente uno hacerlo funcionar, más grande es el batacazo. Y los daños colaterales.

No nos olvidemos de los daños colaterales. Esos son los peores. Pequeñas espinitas que salieron disparadas para acertar o no, a su libre albedrío. Sin ton ni son.

Por lo demás, hubo sol y cielo durante millones de años y lo seguirá habiendo. Hoy, mañana y pasado. Espero...

:)


martes, 16 de agosto de 2011

domingo, 14 de agosto de 2011

Ahumando los finales.

El placer de terminar un libro es igualmente proporcional a la melancolía y tristeza que uno siente al cerrar la contraportada.

Porque un pedacito de ti, si has sabido leer y vivir bien las lineas, se quedará en ellas para siempre.

Es una buena forma de morir lentamente.

Dejando unos pocos átomos de tu vida en cada letra, palabra, frase, oración, párrafo y capítulo de un libro.

Del mismo modo que hace un fumador cada vez que da una calada.

La cuestión es siempre terminarlo. El libro y el cigarro, vaya.

Pero a veces, el final duele. Como duele esa historia que te ha calado tanto... Para luego morir.

Como esa calada áspera que, sin querer, se coló con más intensidad de lo que se esperaba.

Y luego no veas para hacerlas salir...

Blurry - Puddle of Mudd

Blurry suena...

Y al mismo tiempo, una lágrima desciende por la mejilla derecha. Lenta, pero decidida. Acabará fundiéndose con el rojo sangre de la camisa, pero hoy no le importa morir.

Poco a poco, a la misma velocidad de la lágrima, aparecen, etéreos, varios recuerdos que ganarán masa e, irónicamente, le harán perder energía...

Se sumerge en el cielo vacío. En el cielo negro. Divisa a lo lejos una ciudad sembrada de luces, de movimiento, de caos. Está a más de 10 km de ella, pero siente vértigo. Como si estuviera en su corazón, en su centro neurálgico. Siente cada vibración, cada pulsación en el aire. Pero no siente nada.

Se encuentra tan vacía como el cielo, pero se ahoga al respirar. No queda nada en su interior pero, al mismo tiempo, se encuentra saturada de mezclas heterogéneas que prenden, como el gasóleo al contacto con una simple partícula, todo aquello que encuentran a su paso. ¿Por qué los seres humanos albergan el alma en su interior? Luego pasa lo que pasa... Y nadie puede evitarlo.

El blanco inmaculado de la barandilla parece querer resplandecer con más elegancia que nunca, con sarcasmo incluso, para una ocasión como esa. Se desprenden dos lágrimas de esos ojos almendrados, que hacen de luceros solitarios en un firmamento abandonado.

Y abandonándose al abandono toma su decisión. No volverá a permitir nunca más ni un ápice de dolor en su cuerpo, en su mente, en su ser. Quedará totalmente prohibido. No se lo merece. ¿Pero qué queda en ese triste mundo que valga lo suficiente para compensar a una inocencia tan pura?

No hay más opciones. Tiene que cortar de una vez por todas. Y así es como se acerca a lo que ella ansía como destino. Y se asoma para verlo bien de cerca. Su pulso, ya agitado, cobra aún más velocidad y, poco a poco, las lágrimas inundan su tez. Le tiemblan las manos y el alma, pero sólo necesita unos estúpidos segundos de equilibrio. El resto será pan comido.

"Venga, echémosle un par de huevos. No puede ser tan difícil."

Pero sí lo es. Porque, muy dentro de su ser siente algo, tenue pero intenso. Tiene miedo. Y el miedo nos hace sentir vivos, reales. Del mismo modo que lo hace el dolor.

Y así es como mientras observa la infinita silueta de la metrópolis allá a lo lejos, estalla en ira. No puede seguir ni un segundo más allí. Va en contra de su voluntad, de su esencia y de su sentido común, no puede engañarse. Es inocente, pero no estúpida. Nunca lo ha sido.

Pasan los segundos y allí sigue ella, recuperándose de la maratón más larga que haya recorrido nunca, sosteniendo a duras penas el aliento.

Y grita. Grita tan fuerte que hubiera podido sacar su alma perfectamente por la boca. Y quizás hasta lo consigue y, por unos instantes, se siente libre...

Una lágrima desciende ahora por la mejilla izquierda, esta vez más rápido. La siguen todo un ejército. Menudo, pero firme. Van todas a morir, se entregan todas con valor a su destino. Quizás para conmemorar aquel suceso, quizás para representar lo único que consiguió morir aquella noche.

Y Blurry sigue sonando...







-Gracias Johnny, por sacar cosas de mí que yacen enterradas desde hace años por montones de rocas llamadas vergüenza y dolor. Rocas que, después de todo, hasta se las lleva el viento...-

lunes, 1 de agosto de 2011

And That's How Time Flew away...

No sé si tiene sentido alguno todo esto ahora. Todo lo que queda tan lejano, tan etéreo. Porque, al fin y al cabo, la vida da tantas vueltas que lo que un día significó un mundo, al día siguiente pierde todo su esplendor, así sin más. Todo va y viene.

Y es que, desde la última entrada, han habido tantas idas y venidas que, sólo de pensarlo, me abrumo. Tantos sentimientos tan dispares que acoger en un mismo recodo que, al cerrar los ojos, todavía me estremezco. Tantos esquemas que encajar y otros tantos que derrumbar...

Si tuviera, aún así, que extraer una conclusión de todo esto, supongo que sería ciertamente positiva. Si bien el hecho de perderme en Belfast, ha hecho que me encontrara en varios puntos que no hubiera imaginado nunca, sé, gracias a todos y cada uno de esos segundos que han comprendido los nueve meses, que aún queda mucho por perder, buscar y encontrar.

Los retos me tientan...