martes, 6 de diciembre de 2011

5º Amanecer o el arte del tiempo.


Un amanecer oscuro, tímido, lento.

***

Los borrachos habían abandonado ya las calles para dejar que los más madrugadores las invadieran en su lugar. Pero ellos se habían propuesto ser los últimos en ceder. Preferían abandonarse al frío de la mañana que abrazar la derrota y volver a casa.

No sabían bien si era por el dulce sabor de la rebeldía, o por el amargor del adiós, pero por una o por otra, necesitaban permanecer en aquel lugar. Se les ocurrían locuras de todo tipo para alargar el instante. Aquello era un caos de creatividad. El brainstorming de dos genios funcionando a pleno rendimiento. Existían alternativas de todo tipo. Podrían haber salvado el mundo entero. Sin embargo, en aquel mismo momento sólo importaba salvar el suyo.

Siempre fue mucho más fácil hacerlo en un bar. O en una cama. Y es que el frío nunca acompaña. Sólo entorpece los sentidos. Y el alma. 

Tras ingeniar los planes más descabellados, sucumbieron a la evidencia. Sabían de sobras que cualquier intento y muestra de irreverencia les acabaría costando demasiado caro. También económicamente, por supuesto.

Últimamente, sólo parecían existir hoteles a su alrededor. Se habían llegado a preguntar cuántos hoteles, hostales y albergues podría llegar a haber en la ciudad. ¿A cuántos hoteles por ciudadano saldrían? No lo sabían, pero les parecían demasiados.

Tocados y hundidos, se dirigieron al tren. Derrotados. Vencidos. Esperaban sentados en las escaleras a un tren que tardaría 20 minutos en llegar. La obstinación había dado paso a un cansancio extremo y los párpados empezaron a pesar. Se quedaron dormidos. Los dos. En unas escaleras.

Una voz los despertó. El personal de seguridad de la estación les preguntaba qué tren iban a coger. Medio dormidos, respondieron. Les informó de que estaba a punto de llegar y que tenían que apresurarse si no querían perderlo. Pero era demasiado tarde. Para cuando se habían dado cuenta, el tren se había puesto ya en marcha. Maldita estupidez.

Esperaron otros quince minutos más. Y pronto llegó el siguiente. Como si de imanes se tratara, permanecían completamente unidos. Alargando un momento imposible.

Pasaron unos minutos y cada uno seguía su camino. Solo.

El día amanecía triste, gris. Hacía frío. Las primeras luces del día iluminaban las vías. Las estaciones estaban llenas ahora de trabajadores. Parecía que el mundo seguía. Pero ellos sentían que el suyo se había parado de golpe, hacía escasos minutos, en aquel andén.




3 comentarios:

  1. El texto me ha parecido muy corto! Quiero más! T.T y aunque el tema haya sido de unos pobres borrachos que no saben hacia donde ir, tan emotivo como tú solo lo sabes describir, me recuerda a una situación graciosa que pasé un día de carnaval. También me quede traspuesta y me pasé de mi parada jaja

    Me ha encantado, eso ya lo sabes :) Voy a hacerte un club de fans jaja Ya le he dicho a dos amigas que se pasen para leerte. Es admirable tu manera de escribir =)
    Un beso muy grande!

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  2. PD: Tu roba las fotos que quieras jaja La del amanecer vendría bien para una de tus entradas :)

    Que pesada soy xD

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  3. odio el tren! por que? me da miedo, si mucho lo odio, me da escalofríos cada vez que un tren se acerca con ese sonido tan siniestro.. puuuu xd
    me a encantado la entrada, pobre borrachos TT
    de donde sacas las ideas joder? xd
    un beso F.F.

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