sábado, 18 de octubre de 2014

Revenirse.

Ese gran momento en el que te das cuenta de que la gente a tu alrededor empieza a  hacer cosas. Se empieza a comer el mundo. Y tú has pasado tanto tiempo dedicándote a mirarlo desde todos los ángulos para saber por dónde atacar que así sigues: con los cubiertos en la mano, el hambre revenida y la cara de rape de pescadería, con la boca bien abierta, pero al final, nada de nada.

Al final, acabas entre hielo y perejil.  Congelado, congelado y con fundamento.

Muévete un poco, ¿no?

Al final el que se revendrá serás tú. ¿No crees?