domingo, 14 de agosto de 2011

Blurry - Puddle of Mudd

Blurry suena...

Y al mismo tiempo, una lágrima desciende por la mejilla derecha. Lenta, pero decidida. Acabará fundiéndose con el rojo sangre de la camisa, pero hoy no le importa morir.

Poco a poco, a la misma velocidad de la lágrima, aparecen, etéreos, varios recuerdos que ganarán masa e, irónicamente, le harán perder energía...

Se sumerge en el cielo vacío. En el cielo negro. Divisa a lo lejos una ciudad sembrada de luces, de movimiento, de caos. Está a más de 10 km de ella, pero siente vértigo. Como si estuviera en su corazón, en su centro neurálgico. Siente cada vibración, cada pulsación en el aire. Pero no siente nada.

Se encuentra tan vacía como el cielo, pero se ahoga al respirar. No queda nada en su interior pero, al mismo tiempo, se encuentra saturada de mezclas heterogéneas que prenden, como el gasóleo al contacto con una simple partícula, todo aquello que encuentran a su paso. ¿Por qué los seres humanos albergan el alma en su interior? Luego pasa lo que pasa... Y nadie puede evitarlo.

El blanco inmaculado de la barandilla parece querer resplandecer con más elegancia que nunca, con sarcasmo incluso, para una ocasión como esa. Se desprenden dos lágrimas de esos ojos almendrados, que hacen de luceros solitarios en un firmamento abandonado.

Y abandonándose al abandono toma su decisión. No volverá a permitir nunca más ni un ápice de dolor en su cuerpo, en su mente, en su ser. Quedará totalmente prohibido. No se lo merece. ¿Pero qué queda en ese triste mundo que valga lo suficiente para compensar a una inocencia tan pura?

No hay más opciones. Tiene que cortar de una vez por todas. Y así es como se acerca a lo que ella ansía como destino. Y se asoma para verlo bien de cerca. Su pulso, ya agitado, cobra aún más velocidad y, poco a poco, las lágrimas inundan su tez. Le tiemblan las manos y el alma, pero sólo necesita unos estúpidos segundos de equilibrio. El resto será pan comido.

"Venga, echémosle un par de huevos. No puede ser tan difícil."

Pero sí lo es. Porque, muy dentro de su ser siente algo, tenue pero intenso. Tiene miedo. Y el miedo nos hace sentir vivos, reales. Del mismo modo que lo hace el dolor.

Y así es como mientras observa la infinita silueta de la metrópolis allá a lo lejos, estalla en ira. No puede seguir ni un segundo más allí. Va en contra de su voluntad, de su esencia y de su sentido común, no puede engañarse. Es inocente, pero no estúpida. Nunca lo ha sido.

Pasan los segundos y allí sigue ella, recuperándose de la maratón más larga que haya recorrido nunca, sosteniendo a duras penas el aliento.

Y grita. Grita tan fuerte que hubiera podido sacar su alma perfectamente por la boca. Y quizás hasta lo consigue y, por unos instantes, se siente libre...

Una lágrima desciende ahora por la mejilla izquierda, esta vez más rápido. La siguen todo un ejército. Menudo, pero firme. Van todas a morir, se entregan todas con valor a su destino. Quizás para conmemorar aquel suceso, quizás para representar lo único que consiguió morir aquella noche.

Y Blurry sigue sonando...







-Gracias Johnny, por sacar cosas de mí que yacen enterradas desde hace años por montones de rocas llamadas vergüenza y dolor. Rocas que, después de todo, hasta se las lleva el viento...-

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