sábado, 24 de marzo de 2012

X

Aquella mirada me congelaba el pulso.

Bajé la cabeza.

Sentados todos alrededor de la mesa, conversábamos y reíamos sobre cosas banales. Sin embargo, su mera presencia me inquietaba. Había un halo místico en él. Una extraña oscuridad que lo rodeaba. Parecía ser de esas personas sobre las cuales crees saber poco y más bien sabes nada.

Había intentado quitarme esa sensación de incomodidad más de una vez, intentando charlar con él a solas. Pero el resultado siempre acababa siendo nefasto, y mi percepción se acrecentaba aún más. No entendía por qué aquella persona provocaba tanto sentimiento de ansiedad y vulnerabilidad en mí.

Aunque parecía ser la única. El resto de los invitados, sonreían a sus palabras y atendían a todas y cada una de sus explicaciones con interés. Nadie parecía apreciar aquel misterio tácito que emanaba de su ser. Empezaba a creer que estaba loca.

Volví a mirar al frente. Ya no estaba. De pronto, me sentí tranquila y aliviada. ¿Qué me estaba pasando? Decidí ir al baño a despejarme un poco. Aquellos giros bruscos que me provocaba en el ánimo acabarían matándome. Me sentía en tensión continua cada vez que estaba cerca, y de pronto, una vez desaparecía, mi cuerpo y mi mente se relajaban. Aquello era agotador. Tenía que frenarlo tarde o temprano.

Me levanté de la mesa y fui hacia el pasillo. Medio aturdida todavía por aquel vaivén de sensaciones, fui a apoyarme en la pared, intentando recuperar el aliento. Tropecé con algo sin querer. No había visto el radiador que se hallaba a la entrada del pasillo, pero me había dado un buen golpe en la pierna. Y me empezaba a arder. Me sorprendió descubrir que lo que ardía era el propio radiador y que era el golpe lo que había provocado que yo sintiera un calor tan intenso en la pierna. Me reincorporé y seguí hacia el lavabo. Necesitaba una buena dosis de agua en la cara. Y quizás unos minutos para pensar. O, mejor aún, para no hacerlo.


El pasillo siempre me había parecido bastante corto, pero el dolor que todavía sentía me hacía avanzar lentamente. Tras unos pocos pasos, empecé a sentir un extraño frío. El pasillo estaba helado. Me recorrió un escalofrío. Me aterrorizó ver cómo el vaho acompañaba mi respiración. Busqué el radiador desesperadamente, pero al girar mi cabeza, observé que había desaparecido. Las luces empezaron a parpadear. Definitivamente, me había vuelto loca.

Una mano me tomó del brazo. Me sobresalté, pero no pude mover ni un sólo músculo. Estaba totalmente paralizada.

-A la gente le gusta jugar con fuego a pesar de que, normalmente, uno se acaba quemando. Pero tú vas más allá, ¿no es así? El frío produce una sensación muy parecida, pero más dolorosa. Yo que tú me quitaría de en medio. A veces uno no llega a morir del todo físicamente, pero su alma se congela.  

Mi brazo ardía, y me faltaba el aire. Mi respiración se aceleraba vertiginosamente. Sentía que me iba a desvanecer de un momento a otro. Cerré los ojos con fuerza.

-Keira, ¡por fin te encuentro! Venía a decirte que... ¿Keira, te encuentras bien?

Abrí los ojos. El anfitrión estaba delante de mí, observándome, atónito. Miré a mi alrededor. Estaba tirada, en el suelo. ¿Cuánto tiempo debía haber pasado?

-Sí, sí. Creo que me he mareado un poco.

-Es que como llevabas quince minutos sin aparecer, nos habíamos preocupado un poco. Voy a decirle a Gina que baje la calefacción. Esto parece una sauna. La mezcla del vino de la cena y este calor deben haberte mareado seguro. ¿Puedes levantarte?

-Creo que sí.

Me ayudó a incorporarme con cuidado.

-¡Madre mía, Keira! Estás helada... ¿Quieres sentarte un rato? ¿Te ves capaz de andar?

-De veras, Jay, estoy bien. Sólo ha sido un bajón. Pero necesito despejarme un poco. ¿Puedes llevarme al baño?

-Claro, ven, apóyate en mí.

Llegué por fin al baño y me mojé la frente y la nuca. Jay parecía asustado, pero yo me sentía mejor. Después de haber vuelto a la realidad, me preguntaba si lo que había vivido había sido realmente fruto del mareo.



-Estás muy pálida.

Me miré al espejo. Estaba tan blanca que parecía un cadáver.

-Necesito irme a casa.

Gina apareció preocupada.

-¡Keira! Tienes muy mala cara. ¿Qué ha pasado?

-Se ha mareado en el pasillo. -contestó Jay antes de que pudiera decir nada.

-Pero si es que hace un calor tremendo aquí. No sé qué pasa, en el resto de la casa se está bien. Debe haber algún problema con el radiador. Cuando he pasado, casi me quemo. Llamaremos a la compañía para que lo revisen. ¿Quieres un vaso de agua?

-No, gracias, estoy bien de verdad. Pero creo que iré tirando para casa. Necesito descansar.

-Yo te acompaño. No puedes irte sola en este estado. Te acerco en coche en un momento. -insistió Gina.

-Muchas gracias, pero prefiero ir sola. Me vendrá bien un poco de aire fresco, y sólo vivo a diez minutos de aquí.

Ambos insistieron varias veces, pero lo último que me apetecía era tener a alguien a mi alrededor. Quería dedicar el trayecto de casa a reflexionar sobre lo ocurrido. Parecía todo muy simple, pero no acababa de estar tranquila. Si aquello había sido una alucinación, había sido demasiado real.

Conseguí convencerlos para irme sola y me acompañaron al salón para despedirme de los demás. Algo en mí temblaba a cada paso que daba. ¿Iba a poderlo mirar a la cara? No entendía por qué, pero sentía que el pulso se me aceleraba sólo de pensar que me iba a tener que despedir de él también. Me sentía totalmente desprotegida.

Allí estaban todos, en el salón, tomando unas copas y riendo. Lo miré de reojo, pero todo parecía normal. La atmósfera no estaba cargada y aquello parecía ser una velada distendida. No existían percepciones extrañas. Ahora me resultaba hasta gracioso. Me había obsesionado gratuitamente.

Gina y Jay se encargaron de explicar lo que había sucedido por mí, y fui despidiéndome uno por uno, de todos los allí presentes. Estaba tranquila, e incluso en aquel momento, empezaba a tener ganas de quedarme un rato más. Pero sabía de sobras que era mejor marcharme y descansar. Me acerqué a él con prudencia. Era el único del que me faltaba despedirme.

- ¿Así que te has desmayado? Qué curioso.

Me detuve de pronto.

-Eso creo. Ha sido algo muy extraño. Supongo que tanto calor de golpe...

-Vaya. Bueno, haces bien en volverte. Lo mejor que puedes hacer es salir de aquí.

Sus palabras volvieron a parecerme siniestras. Intenté no darle importancia y me di media vuelta, en dirección a la puerta. De pronto noté un dolor en el brazo. Emití un pequeño grito.

-¡¿Estás bien?! -gritó Gina.

Me quité el abrigo y desabroché la americana. El alboroto general que provocó aquello, me asustó más todavía.

-¿Pero cómo te has hecho eso? -saltó Jay.- ¡Esa quemadura es enorme!

Aunque asustada, intenté quitarle importancia diciendo que había sido un pequeño contratiempo con el horno. Sólo necesitaba salir de una puñetera vez de aquel lugar. Después de prometer que me haría visitar por un médico, me dispuse a salir.

-Yo que tú iría con cuidado. -dijo una voz.



Me giré. Me estaba observando atentamente el brazo. Quería salir corriendo.

-No te preocupes, vivo muy cerca. Llegaré en nada. -dije apresurada.

-Me refiero al horno. No sea que vayas a quemarte... Otra vez.

***

4 comentarios:

  1. Qué siniestro el chaval... ¿Qué ha querido decir con eso? ¡¡PIRÓMANO!! ¬¬ XD He podido sentir lo que ha sentido Keira al encontrarse tan mal... ¿Cómo es que había desaparecido el radiador? Qué cosas más raras... Esto me ha enganchado así que espero que tenga segunda parte JAJAJ
    ¡Muchos besos!

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  2. .................
    Imagínate mi cara expresando esos puntos suspensivos, porque así es como me he quedado después de leer el texto entero. Me estaba poniendo nerviosa durante, pero al final ya ha sido el extremo de los extremos xD Ha sido bastante raro todo, muy tenebroso. Poniéndome en el lugar de la chica, he pasado miedo. Ha sido increíble jaja Me ha gustado muchísimos, de verdad ^^

    Un besazo muuuuy fuerte

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  3. Gracias por tu comentario, me motivan XDD Sí, la verdad es que lo de la Torre de la Foscor. Quería poner alguna torre de Barcelona así no muy conocida, pero quería que fuera un especie de sitio abandonado para que nadie lo encontrara por casualidad:) Barcelona... Aunque sea del Real Madrid (y de Madrid xD) es una gran cuidad, me gustaría visitarla algún día ;D
    ¡¡Muchos besos!!

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