viernes, 7 de octubre de 2011

36.

Abrió la puerta de casa, pronunciando su nombre una y otra vez.

Necesitaba pedirle perdón. Necesitaba decirle cuánto la había echado de menos.

Vio una nota en la mesa. Corrió a su cuarto.

Gritó su nombre.

No había nada que hacer. La habitación estaba vacía.

Como ella.


* * *

Y la piel de gallina. No puedo acabarla. No quiero.

1 comentario:

  1. El ser humano es así. Se da cuenta de las cosas cuando ya es demasiado tarde... Ley de todas las vidas que siempre nos persigue.

    Un beso :)

    ResponderEliminar